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Reinaldo Laddaga:    Tunga ( III - fin )
El día de la inauguración de la muestra, este grupo de columnas o retratos resonaba con otros dos grupos móviles de mujeres: las participantes de dos performances. En una Xipófagas capilares (de 1985), dos niñas estaban enlazadas por el pelo - como si padecieran de una forma relativamente beningna, para ellas, de ser siamesas -, y caminaban, simplemente, de aquí para allá. En la otra, Sero te amavi (Tarde te amé), de 1992, tres adolescentes mujeres - vestidas con camisas, y con dedales, agujas y anillos en las manos - componían, inmóviles, una sucesión de poses. En cada una de las poses, cada una de ellas, indiferente a las otras en apariencia, se apoyaba contra las otras dos (había siempre algo de insuficientemente erigido en las figuras, en las edificaciones que formaban). ¿Qué idea regulaba la composición de estas poses de tres? Hay una figura topológica llamada nudo borromeo, con la cual los lectores del último Lacan estarán bien familiarizados. Un nudo borromeo se compone de tres anillos enlazados de manera tal que, si cualquiera de los tres se rompe, los otros dos quedan también liberados. La misma cosa sucede en una trenza de tres cuerdas: si una cualquiera de ellas se corta, las otras dos también se dispersan. Como un nudo borromeo o una trenza de tres cuerdas se comportaban estas tres adolescentes: bastaba que una sola de ellas cayera para que las otras dos también se desplomaran. De modo que, en cada momento de la evolución en el tiempo del grupo, cada una de las adolescentes hacía contacto con las otras, se adhería a las otras, tanto como era para ella posible.

¿De dónde provienen estos seres? La inspiración para este trabajo (y la expresión de su título) es un pasaje de las Confesiones de San Agustín. El modelo de este grupo, esta aglomeración o este trenzado, es la Santísima Trinidad de la doctrina cristiana. Pero, ¿qué puede encontrar este artista, tan poco cristiano en apariencia, de especialmente atractivo en esa figura de la tradición? ¿Qué hay para Tunga de particularmente fascinante en la Santísima Trinidad?

La primera vez que vi este performance, en Nueva York, hace sólo un par de años, las tres adolescentes estaban en el fondo de una galería profunda. En la parte anterior de la galería había una caja de acrílico repleta de papeles, donde se arrastraban tres serpientes. ¿Cuál es la relación - me preguntaba entonces - entre unas serpientes y tres adolescentes inmóviles que representan (la palabra es probablemente inadecuada) a la Santísima Trinidad? Ningún ser se repite más en la obra de Tunga que las serpientes en especial, las serpientes enlazadas. Una de sus materializaciones tiene ahora una década. En 1987, Tunga realizó las esculturas y conceptos de un filme dirigido por Arthur Omar, con el título de Nervo de prata (Nervio de plata). En una secuencia del film la cámara se detiene con delicia evidente en unas serpientes que se trenzan. La cámara retiene el frotamiento de una piel con otra. Es como si las serpientes estuvieran movidas por el deseo de hacer un contacto tan total como fuese posible, incluso al precio de la pérdida de la distinción propia en un montón o una masa de partes indiscernibles. Por desvariada que la idea parezca, es posible que Tunga encuentre fascinante la figura de la Santísima Trinidad en lo que en ella le recuerda el espectáculo también fascinante de algunas serpientes trenzadas. ¿No es la Santísima Trinidad, en la tradición, un compuesto de tres seres que hacen contacto extático y total los unos con los otros? ¿En la cual se combina el máximo de absorción de cada una de las partes, abandonadas al placer de hacer experiencia de sí, y el máximo de comunicación con las otras partes, igualmente abandonadas? La lectura es violenta y, sin embargo, creo, adecuada. Una idea de la Santísima Trinidad, el trío de adolescentes, las serpientes trenzadas, las trenzas de metal que aparecen un poco por todas partes en esta obra son, quizá, materializaciones momentáneas de un fantasma de placer total, en la absorción perfecta en sí y en la comunicación sin límites con algunas otras o algunos otros.

¿Es la insistencia de esa figura en un placer la que hace tan perturbadora y fascinante a esta obra? Los restos del performance se encuentran, en Bard College, en la sala que sigue a la segunda de las salas de objetos pequeños, opuesta, en el edificio, a la sala de Lagarte. De tres extremos de esa sala provienen tubos de goma flexibles, de los que se usan, por ejemplo, en las salas de guardia o consultorios para oprimir el brazo de quien va a recibir una inyección. Los tres segmentos de tubo se anudan borromeanamente en el centro de la sala, y el nudo sostiene las versiones pequeñas (es decir, de tamaño normal) de los objetos magnificados en Palindromo incesto: tres dedales (con un poco de vino tinto en su interior), tres termómetros, tres agujas que se encuentran, de algún modo, borromeanamente anudados entre sí. De los tubos cuelgan unas mangas de camisa. Tres enormes velas - que en el performance están encendidas - se apoyan unas contra otras, y otros tubos de goma las unen. En el piso están las tres camisas de las tres adolescentes, dispuestas en círculo y tocándose entre sí, manchadas de vino y con unos diminutos fragmentos de cristal rojo y anillos sobre ellas. Un registro mudo del performance pasa en un monitor puesto en un rincón. En su última pose en el performance, las tres adolescentes estaban tumbadas en el piso: es el momento siguiente el que ahora, tras la inauguración, presenciamos en esta sala. La disposición es manifiestamente ceremonial, pero también la de la escena, preservada, de un crimen. ¿Son ciertos chorreados tenues, como de cera muy diluida, que hay en las paredes de la sala los que hacen que su atmósfera sea - lo que constituye una rareza en la obra de Tunga - infinitamente desvaída? Todo se sostiene, todavía, en la sala, pero todo tiene la apariencia de estar a punto de desvanecerse. Hay un texto de Poe que me parece describir algo de lo que sucede en esta instalación de Tunga. En el comienzo de La caída de la casa de Usher, el narrador del relato, frente a la vieja mansión que el título del texto menciona, se asombra de lo que llama una extraña incongruencia entre la aún perfecta adaptación de partes y la condición ruinosa de las piedras individuales, y compara el porte del conjunto, su vasta ruina, a la engañosa integridad de viejos maderajes que se han podrido largos años en una cripta olvidada, donde no entra un soplo de aire externo. [ 3 ] Hay algo, a la vez, de confinado y de desesperadamente frágil en estos fragmentos, y algo de engañoso en su aparente integridad. Se trata de una vista de últimos momentos.

Esa fragilidad de los vestigios de Sero te amavi (Tarde te amé) en nada prepara al espectador para la instalación de la última sala, totalmente ocupada (sobreocupada, se diría) por la presencia masiva de Cadentes lácteos, de 1994. Las dos últimas salas constituyen, en la muestra, una especie de breve suite de la caída. Lo que cae en la última obra de la muestra son una enormes campanas metálicas - el gigantísmo de esta obra es semejante al de Palindromo incesto, que se encuentra en su sala gemela. Hay cinco de ellas en la sala, tres colgadas y dos tumbadas. Unos objetos semejantes a vasijas se adhieren a su superficie. Esa superficie está, por lo demás, cubierta de una sustancia blanquecina que recuerda al semen y que chorrea hacia el piso. En un pasaje particularmente espléndido de Residencia en la tierra, de Pablo Neruda, el poeta comunica la siguiente visión: Y aunque cierre los ojos y me cubra el corazón enteramente, veo caer un agua sorda, a goterones sordos. Es como un huracán de gelatina, como una catarata de espermas y medusas. [ 4 ] Descontando el tono expresionista de Neruda, que Tunga no comparte, Cadentes lácteos podría presentarse como una ilustración algo idiosincrásica de esos versos. El artista, probablemente, apreciaría la combinación, el contraste entre la violencia literalmente huracanada de la visión y la inconsistencia de los materiales que en ella aparecen: gelatina, espermas o medusas.

Pero también sería inmediatamente atractivo para Tunga que, bajo el título de Agua sexual (el título del poema que incluye los versos citados), Neruda convoque un estado catastrófrico del cuerpo. Una figura recurrente en los performances recientes del artista (performances que no han sido incluidos en la exposición de Bard) es un hombre que lleva una valija. La valija, de repente, se abre, y de ella cae un montón de miembros seccionados mezclados con bloques de gelatina. ¿Son esos miembros los de las adolescentes desaparecidas de Sero te amavi (Tarde te amé)? Nada nos autoriza a responder esa pregunta. Pero es interesante que la muestra de Bard se cierre con una imagen que señala, más allá de sí, a un desastre obscuro. Pues no es imposible que, a esta altura del recorrido, el que lo haya efectuado perciba que esa voz que en Ão no deja de caer en un balbuceo atónito, o que la escena de una sala de costura invadida por metales, o que los lagartos siameses y los cerebros diminutos entremezclados con cabellos que no acaban de extenderse, o que unas campanas arrojadas como dados e impregnadas de un fluido lechoso, o que el desmoronamiento sonámbulo de un nudo de adolescentes, remiten a una existencia amenazada. (En un video que, en Bard, se proyecta en una sala lateral, Tunga está construyendo algunas piezas. Los ademanes son extraños: es como si, al mismo tiempo que realiza sus construcciones, Tunga quisiera mantenerlas a distancia, para evitar quién sabe qué peligro). Una afección específica es capaz, creo, de producir esta muestra: un placer, una euforia, en contacto total, enteramente enlazada, en cada uno de sus momentos, con un desasosiego. La calidad particular de esa afección es, para el que escribe estas líneas, nueva.

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foto ampliada, detalles - 27 kb
Cadentes lácteos, 1994


Notas
3. Edgar Allan Poe, Relatos (trad. de D. Rolfe y J. Gómez de la Serna). Madrid, Cátedra, 1991. p. 169.
4. Pablo Neruda, Residencia en la tierra (Madrid: Cátedra, 1986).
Para más información, véase:
Tunga en la documenta X,   Kassel 1997
Extensa entrevista con numerosas imágenes, biografía completa. Parte del

Special: documenta X
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