índice no. 45
José Roca
Reflexiones críticas desde Colombia

Comentario a Columna 34 08 de agosto de 2002
José Roca:

Retransmito el mensaje de Guillermo Vanegas, quien hace referencia a un artículo de Eduardo Serrano sobre la exposición del fotógrafo Jesús Abad Colorado en el Museo de Antioquia (Vanegas me envía también el artículo de Serrano, que anexo al final de este mail). La respuesta de Vanegas consiste en una edición del texto canónico de Susan Sontag sobre la fotografía; hubiera sido más interesante que complementara su edición con su propia opinión sobre el caso concreto de Abad y la guerra que documenta.

Para Sontag el medio estetiza las imágenes de muerte y al hacerlo las neutraliza; es por eso que insiste en la necesidad de proveer un contexto que las haga inteligibles.

Pienso en el artista chileno Alfredo Jaar, quien realizó un impresionante trabajo en Ruanda a finales de los noventa -quien ve en la fotografía de muerte "la futilidad de una mirada que llega demasiado tarde". Jaar llevó el argumento de Sontag a una posición extrema: hiperbolizó la información contextual (testimonios, historias, datos) y rehusó por completo la imagen: sus instalaciones de miles de fotografías de las masacres guardadas en cajas con las descripciones de los hechos en sus tapas, formando montones que recordaban túmulos funerarios, o la montaña de diapositivas con una única imagen (un primer plano de los ojos de Gutete Emerita, una mujer que presenció como asesinaban brutalmente a su esposo e hijos) son más efectivas que cualquier imagen violenta, debido a que obligan al espectador a complementar ese vacío con su propia experiencia. Como Jaar, creo firmemente en la necesidad del arte de estar presente donde sucede la tragedia para dar un testimonio hechos que de otra manera permanecerían en el olvido, relegando a la víctima a una situación de doble exclusión: comunidades olvidadas por el Estado en vida, olvidadas por la prensa (y por la sociedad) en la muerte. O lo que es peor, recordadas episódicamente, en el momento del hecho y luego sólo en la estadística, en una suerte de geografía necrológica: ¿cuantos pueblos o lugares (La Mejor Esquina, Tacueyó, Bojayá y mil más) no conocemos más que por haber sido el escenario de una masacre?

En mi opinión, Serrano da en el clavo cuando cita a Robert Capa para referirse a la cercanía de Abad Colorado con su sujeto. Es necesario anotar es que el trabajo de Abad Colorado no comienza ni termina en la masacre: si es el primero en llegar, es porque ya ha estado allí; y continúa volviendo mucho después que el nombre del lugar ha perdido su actualidad mediática. Alfredo Jaar ha cita a menudo una frase de Jean-Luc Godard: "puede que sea cierto que haya que escoger entre ética y estética. Pero independientemente de cual se escoja, siempre se encontrará la otra al final del camino. Porque la definición de la naturaleza humana está en la puesta en escena misma". El involucramiento continuado de Abad Colorado provee el contexto que impide que la imagen sea leída como una fotografía más del conflicto. Abad es perfectamente consciente de la incapacidad de las imágenes en un contexto como el colombiano de ejercer un efecto en el espectador que lo mueva a actuar, pues, como lo anotara Barthes en "Shock Photos", la distancia entre imagen y experiencia (en este caso entre sujeto, fotógrafo y espectador) que le es intrínseco a la fotografía de violencia ha llevado a una erosión de lo que él llama su "valor de choque" (shock value). Este efecto se debe, de una parte, al bombardeo mediático en el cual las imágenes, a fuerza de ser vistas cotidianamente, pierden su capacidad de conmover. Pero de otra parte (y de manera más sutil), se debe al hecho de que alguien (en este caso el fotógrafo) ya ha "sentido un escalofrío" por nosotros; ha reflexionado, compuesto, encuadrado y finalmente efectuado un juicio en lugar nuestro; todo lo que se le queda al espectador según Barthes es "el simple derecho a una aquiescencia intelectual". Tales imágenes no tienen el efecto en el espectador de incitarlo a una acción, sino más bien lo contrario; dado que el mal ya está hecho, lo único que nos queda es ACEPTAR. Es por eso que la información contextual y el involucramiento continuado de Abad Colorado son esenciales para su proyecto (un proyecto tan crucial que la discusión sobre si pertenecen al ámbito del arte o al del periodismo es irrelevante).

A continuación el mensaje de Guillermo Vanegas:

Le escribo para proponer un debate sobre la forma como es asumida la fotografía de Jesus Abad Colorado en el país. Se trata de cuestionar un artículo aparecido en las lecturas dominicales del periódico El Tiempo, escrito por el crítico Eduardo Serrano, que falla en su análisis. para cuestionar el texto mencionado tomé algunas notas del libro de Susan Sontag sobre la fotografía (aun a pesar de que suene repetitiva la referencia a un texto académico para rebatir una lectura particular) y las ordené como si constituyeran un texto autónomo. (las notas corresponden a las páginas 27, 120 y 122, y aparecen escritas en el orden respectivo.)

"Los sentimientos morales arraigan en la historia, cuyos personajes son concretos, cuyas situaciones son siempre específicas. Así, normas casi opuestas rigen el uso de fotografías para despertar el deseo y para despertar la conciencia. Las imágenes que movilizan la conciencia están siempre ligadas a determinada situación histórica.

Cuanto más generales sean tendrán menos probabilidades de eficacia. Una fotografía que trae noticias de crueldades insospechadas no puede hacer mella en la opinión pública, a menos que haya un contexto apropiado de predisposición y actitud... Las fotografías no pueden crear un posición moral, pero sí consolidarla y también colaborar en su nacimiento.

Las fotografías pueden angustiar y lo hacen. pero la tendencia estetizante de la fotografía es tal que el medio que comunica la angustia termina por estetizarla... El realismo de la fotografía crea un confusión sobre lo real, que resulta moralmente analgésica y además, sensualmente estimulante.

Contrariamente a lo que sugieren las declaraciones del humanismo a favor de la fotografía, la capacidad de la cámara para transformar la realidad en algo bello deriva de su relativa incapacidad como medio para comunicar la verdad. Si el humanismo se ha transformado en la ideología reinante entre los fotógrafos profesionales ambiciosos -desplazando las ambiciones formalistas de su busca de la belleza- es porque enmascara las confusiones sobre verdad y belleza que subyacen a la empresa fotográfica."

Además de este texto le envío anexa la transcripción del artículo a que hago referencia.

atentamente
guillermo vanegas flórez

El lente de la historia
Por Eduardo Serrano

La fotografía de Jesús Abad Colorado es un elocuente documento gráfico de la conflictiva realidad nacional. Su obra se expone actualmente en el Museo de Antioquia.

La fotografía se ha convertido en el medio creativo y expresivo de más amplia aceptación en estos primeros años del siglo XXI. Pero hay muchas maneras de apreciar una fotografía, razón por la cual los conocedores han tendido a diferenciar, sin mucho éxito, la fotografía artística de la fotografía testimonial. Sin mucho éxito, digo, porque existen fotógrafos como Jesús Abad Colorado que, a pesar de hacer registros documentales, han alcanzado tal calidad, tan profundos contenidos y tan aguda expresión en sus registros, que sus obras pueden no solo apreciarse como arte, sino citarse entre las más pertinentes y de más hondos alcances entre las que se producen actualmente en el país.

Abad Colorado ha trabajado sobre diversos temas, pero para efectos de esta nota es un fotógrafo de guerra, o mejor, el fotógrafo del conflicto armado en Colombia. Por su contenido y sus intenciones, sin embargo, su trabajo es fundamentalmente de paz. Su obra tiene la virtud de transmitir el horror de la violencia y el insondable dolor de quienes la padecen, a través de unas imágenes entre patéticas y poéticas, entre conmovedoras y apocalípticas, las cuales transportan al observador a la escena misma de los acontecimientos al tiempo que lo hacen penetrar en territorios o acontecimientos no necesariamente explícitos en las imágenes.

A diferencia de otros artistas cuyas obras también versan sobre la violencia que se vive en Colombia, Abad Colorado trabaja in situ y no desde la seguridad de un apartamento en Bogotá o Nueva York, lo que les aporta a sus registros un componente extra y definitivo para su logro: el coraje. A este respecto cabe recordar la sentencia de Robert Capa (considerado el mejor fotógrafo de la Segunda Guerra Mundial): "Si sus trabajos no son suficientemente buenos es porque usted no se ha acercado suficientemente a sus temas".

Su obra informa, pero además inspira y expresa sentimientos personales que la separan de la simplificación y el sensacionalismo que tiende a caracterizar a la reportería gráfica. Se trata de registros directos, sin esteticismos ni eufemismos y en ellos se hace perceptible una recia ética a través del respeto con que se aproxima a las situaciones y la dignidad que les confiere a los protagonistas. Su intuición para adivinar el momento más elocuente y su habilidad para el contraste y los encuadres son admirables, como lo son la ternura y compasión que traslucen sus imágenes, pudiendo afirmarse que su fotografía es el resultado de una operación en la que participan.
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©  Texto: Olga Isabel Acosta; Columna de Arena: José Roca

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