índice no. 31
José Roca
Reflexiones críticas desde Colombia

1 de octubre de 2000

Esta noche (1 de octubre) se inaugura en la Alianza Francesa, Sede Centro, la exposición de la joven fotógrafa Marcela Rodríguez. A continuación el texto del plegable que acompaña la muestra.

José Roca

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Matando el tiempo / Marcela Rodríguez

 + ampliar En mi opinión, la fotografía más interesante que se está haciendo en Colombia - salvo por la reportería gráfica - la hacen los artistas, quienes se sirven del medio fotográfico para desarrollar un proyecto que casi siempre va más allá de las especificidades mismas de la fotografía. Marcela Rodríguez se sitúa precisamente en esta confluencia.

Artista de formación, encontró en la fotografía un recurso afín a sus necesidades expresivas y en la dinámica de la reportería la estrategia más adecuada. Y ha decidido tomar a Bogotá, su centro, sus cafés, como tema para un ensayo fotográfico sobre algunos aspectos de la vida urbana que han ido desapareciendo de nuestros hábitos sociales.

Antes de las migraciones poblacionales generadas por la violencia política que se desató a partir de 1948, Bogotá tenía menos de 500.000 habitantes. La ciudad contaba con parques, jardines, y bulevares inspirados en el modelo francés, y se preciaba de poseer una gran cultura urbana. La socialización se hacía en las calles, parques y en general en los espacios públicos. Consecuentemente, los cafés - y los del centro en particular - eran escenario de los intercambios sociales y de la vida intelectual de la capital. Pero con la acelerada urbanización - que conllevó los cambios usuales en este tipo de procesos como la creación de cinturones de miseria, el desplazamiento de las clases pudientes a las periferias (en este caso hacia el norte) y la pauperización del centro - la preponderancia de los cafés como sitios de reunión se fue perdiendo. La interiorización de la vida urbana generada por el sofisma de la seguridad significó una sensible disminución de la actividad en las calles, privilegiando un modelo autista: conjuntos cerrados en donde »los niños puedan jugar«, centros comerciales »donde se encuentra de todo«. Sin cambios físicos significativos y debido tan sólo al desplazamiento de la actividad de la ciudad hacia otros sitios, los viejos cafés del centro de Bogotá cambiaron de perfil, adecuándose a la pauperización generalizada del centro de la ciudad y quedando poco a poco relegados a cumplir un papel secundario y marginal, o, de manera más precisa, a ser el sitio de reunión de ciertas marginalidades.

 + ampliar Pero contrario a lo que se piensa, estos sitios siguen teniendo una vida propia y una intensa actividad, que aunque desplazada de los hábitos de la ciudad, sigue siendo importante. Motivada por sus recuerdos (era llevada allí cuando niña por su abuelo) y con la intención de tomar un sujeto con el cual establecer una conexión afectiva, Marcela Rodríguez empezó su trabajo el famoso Café Pasaje y lo ha continuado en otros cafés de la Plazoleta del Rosario y otros más que siguen manteniendo algo del ambiente de una Bogotá que desapareció con el desarrollo moderno.

A fuerza de frecuentar estos sitios en donde la mayoría de los asiduos son hombres y por lo general mayores, Marcela Rodríguez tuvo conciencia de su propia diferencia en su condición de joven, artista y mujer; a pesar de ello se ha integrado, por así decirlo, en el paisaje visual de los cafés, lo que le ha permitido realizar su trabajo sin generar prevención: a pesar de no fotografiar subrepticiamente, en ninguno de los casos los retratados miran directamente a la cámara o parecen percatarse de su presencia. Esta fotografía directa, hecha invariablemente en la noche sin otra fuente de luz que la del lugar y sin recursos diferentes a los propios a la fotografía (encuadre, composición, profundidad de campo, grano, etc.), posee una gran contundencia visual. La saturación de tonos y el encuadre que contrasta un enorme primer plano fuera de foco con un fondo prolijo en detalles, hacen que los personajes pierdan su identidad como individuos convirtiéndolos en arquetipos sociales. La mayoría de los sujetos en las fotografías de Rodríguez (hombres mayores, invariablemente solos) son jubilados o desempleados, personas que están por fuera de los ciclos productivos y que, en consecuencia, matan las horas en interminables conversaciones, en los crucigramas o leyendo los anuncios del periódico en busca de una hipotética oportunidad de trabajo. A pesar de que el conjunto de imágenes no tiene una estructura narrativa lineal, guarda relación con la lógica del ensayo fotográfico, en el cual por acumulación y yuxtaposición de imágenes diversas se puede recrear un ambiente que evoca un medio socio-cultural muy preciso.

A Marcela Rodríguez le interesaba indagar cómo se asume el propio fracaso, y el tedio que supone una vida sin posibilidades tangibles. Sus fotografías nos permiten acceder desde adentro al ambiente de esa Bogotá que ya no existe en el imaginario colectivo de la ciudad, pero que permanece sin embargo como una opción de socialización - tal vez la única para muchos - en la cual desde la propia soledad se construye de nuevo el tejido social.

José Roca

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