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Contribuciones al foro »Curaduría vs. demagogia participativa« - Columna no. 29

Retansmito tres intervenciones del colectivo crítico Ojotravieso: en primer lugar, unas aclaraciones por parte del grupo; luego siguen dos artículos sobre la exposición »Espacios Entretejidos«, curada por María Claudia Parias y Javier Gil, que forma parte del Proyecto Pentágono.
J. Roca.


Ojotravieso

(11 de agosto de 2000)

Aclaración

Inicialmente y antes de cualquier participación por parte nuestra, debemos hacer claridad respecto a los cuestionamientos realizados por algunos participantes, alrededor de nuestra pagina y nuestros nombres, esto con el fin de centrarnos, inmediatamente después, en los puntos fundamentales del debate.

En primera instancia las aclaraciones: OJOTRAVIESO es un proyecto crítico independiente en la red. Esta dedicado a la critica de las artes plásticas de Colombia y no es un seudónimo sino simplemente que así bautizamos el proyecto o mejor nuestra publicación en la red, su nombre es OJOTRAVIESO, así como se pudo llamar »CROMOS«, »EL CALEÑO«, »DOCUMENTO«,»SEMANA« O »CAMBIO«, nuestra publicación para que quede claro, lleva el nombre de OJOTRAVIESO y con esta afirmación queda claro que no es un seudónimo de ningún seudónimo, además tiene una ubicación en el espacio virtual que es:

www.geocities.com/ojotravieso2

allí Ustedes pueden leer casi la totalidad de nuestros comentarios en red desde febrero de 1999 hasta hoy.

En cuanto a las preguntas planteadas por el artista Jaime Iregui es nuestro deber hacer claridad en que:
No estamos buscando aliados para »nacionalizar« peleas regionales, no es ese nuestro modo de proceder, no deseamos ser parte de peleas regionales, ni nacionales y por eso no necesitamos de aliados de ninguna índole, somos enfáticos en nuestra afirmación de autonomía. Somos mas éticos que estéticos y tenemos claro que somos el producto propio de un medio cultural mal copiado, pobre, enrarecido, vulgar y confuso, en el que, con muy pocas excepciones, se cuestiona e indaga en buscando generar conocimiento y crecimiento sino que más bien se »desconoce« al otro en busca del reconocimiento propio; un medio en el que la »caza« de la presa fácil, »el truquito, la maroma ...!«* suplantan la sabiduría, la sensibilidad, la inteligencia , la investigación y el rigor. Un medio en el que sin importar la calidad, ni los contenidos, la mediocridad, la mirada complaciente y la aprobación general parece que fueran ley. En este medio nacimos y crecimos, soportamos el dudoso honor de pertenecer a él, pero no jugamos su juego afectado, vanidoso y ridículo que no tiene nada que ver con el talento. Un juego que llaman »juego de poder«, (nos produce risa lo del poder), si ni siquiera hemos tenido el empuje necesario para exigir respeto al gobierno Nacional. En Bogotá por ejemplo el poder lo detenta Gloria Zea, y ¿qué han podido hacer Iregui, el ministerio y todos los »grupos que ejercen su poder« en Bogotá?... NADA distinto a Callar y obedecer.

En cuanto a lo de la fiscalización no es una de nuestras propuestas y no hemos pretendido ser nosotros en ningún momento jueces y si hemos puesto en la red nuestras criticas, nuestro espacio ha estado abierto a las respuestas de quienes han sido sus protagonistas, sin embargo debemos anotar que eso no ha sucedido. No hemos recibido nunca una respuesta a escrito alguno. En el caso especifico que usted nombra Ana Maria Rueda nunca respondió. En el caso de Miguel González, tampoco hemos recibido respuesta alguna alrededor de nuestros cuestionamientos a sus »cadáveres exquisitos«? La justificación a su silencio podría estar en que se nos desconoce por nuestro, mal llamado »anonimato? Si es así, que tristeza! Se perdió una buena oportunidad de plantear nuevas visiones y aportar un poco al interés por el arte.

Finalmente queremos que sepan todos que: No tendríamos sentido en lugar alguno, diferente a la red, al igual que Luther Blisset, 0100... org y muchos otros que algunos conocen muy bien y otros no tanto, nuestra existencia virtual nos diferencia la condición de simple anonimato, del tradicional dicho »la pared y la muralla que son el arma del canalla«. Consideramos que la red es el espacio de quienes no existimos pero estamos.
Nos extraña que Jaime Iregui, quien publico algunos documentos de Hakim Bey, que conoce acerca de la intervención en red, que comprende la esencia de lo virtual, venga ahora a cuestionar nuestra existencia. Existimos porque generamos discusiones y polémicas a través de textos que bien o mal escritos, son la expresión de nuestro pensamiento y nuestras inquietudes y consideramos que eso de por si tiene un enorme valor en un País en el que no existe Post-texto de nada. Algún día, cercano o lejano dejaremos de escribir y ya , pero ese día tendrá lugar cuando los medios no estén poblados de tanto comentarista cultural mediocre y politizado que se toma dos tragos con un tipo que dice ser artista y le publica 2 páginas en una revista.

Esperemos que quede claro entonces que estamos frente a Usted. Estamos dando la cara, Carlos Jiménez.

Hilando grueso

El único evento relevante que hoy tiene lugar en Cali es la exposición »Espacios entretejidos«, una de las cinco muestra que hacen parte del Proyecto Pentágono, coordinado por la Sección de Artes Plásticas del Ministerio de la Cultura, en la Sala de Colección del Museo »La Tertulia«. Sin ningún tipo de difusión, con la ausencia de un acto inaugural (algo que ya parece ser costumbre en el Museo) y la notoria inasistencia de los curadores, quienes a mi manera de ver deberían »dar la cara« y presentar el resultado de su trabajo, abrió sus puertas a los pocos visitantes que se han acercado a la muestra. La presencia de este evento, así como la lectura del catálogo que reúne las cinco exposiciones del Proyecto Pentágono (hoy solo tres en curso) y los artículos publicados sobre este evento, nos ofrecen suficientes elementos para hacer un primer análisis del modelo curatorial propuesto desde el Ministerio.

La idea de exposiciones diseñadas y ejecutadas por curadores nunca ha sido mala. Es importante realizar miradas críticas sobre los procesos creativos individuales y colectivos y sus relaciones con los diferentes contextos. Lo que se ha criticado desde esta página es la pretensión de reemplazar el Salón Nacional de Artistas con este proyecto y la manera en que se abordó su realización. Hoy parece calar la idea, entre la comunidad artística en general, de que las dos propuestas pueden coexistir, cada una con sus particularidades y posiblemente apoyándose, formando una especial simbiosis. La realización de Salones Regionales y el mismo Nacional pueden permitir establecer puntos de mira sobre el acontecer del arte nacional, que pueden nutrir las reflexiones para diseñar futuros proyectos como el Pentágono.

Tanto en Columnadearena, »Curauría vs. demagogia participativa« como en la revista Cambio del 24 de Julio, donde aparece un artículo sobre esta exposición donde se le cita, José Roca parece plantear el modelo curatorial en oposición a la apertura »democrática« del salón, lo que iría a favor de la calidad del primero y explicaría el infortunio del segundo. Miguel Rojas, en su presentación del Proyecto Pentágono plantea la relación del curador con el poder, y luego de difíciles divagaciones, plantea al curador como un hacedor y un dictador autoritario (lo que ilustra con la imagen del chef), lo que obviamente se opone a un acto democrático:
»... Determinatio est negatio...« (ROJAS, Miguel. Proyecto Pentágono, pags. 8 y 9). En primer lugar no entiendo como se pueda realizar la razón: curaduría es a calidad como democracia es a mediocridad, como lo plantea Roca. Creo que no son conceptos que se puedan relacionar, lo que torna ilógico este razonamiento, y lo convierte en una peligrosa generalidad. No creo que un acto dictatorial implica la calidad, ni que un acto democrático sea mediocre. Considero que la »democracia« de los salones, si es que hay tal, debe darse en términos de la calidad de las obras que participan (a veces no se da, pero ese no es un problema de la democracia), así como los actos dictatoriales, a los que parecen asociarse las curadurías, tampoco aseguran la calidad. Esto depende, específicamente de los organizadores, de las personas que hacen las selecciones y de sus criterios, casi en los mismos términos para cualquiera de estos dos tipos de eventos. ¿Será que la exposición del »Arte Degenerado« fue una de las mejores del siglo XX? Seguramente sí, pero no por la coincidencia de las ideas Nazi con el arte alemán de la época, sino por la calidad de las obras y de los artistas participantes.

Por lo tanto se trata de cuestionar es la organización de los eventos y los criterios de las personas que tienen a su vez el poder para decidir quiénes hacen parte de los mismos. En el caso de Pentágono, podemos partir de lo que plantea en la presentación del catálogo del Proyecto Pentágono:

»Este marco conceptual ha sido la base para que la Dirección Nacional de Artes, a través de la División de Artes Visuales, impulse un novedoso y ambicioso proyecto - el Proyecto Pentágono - enmarcado bajo los principios de reconocimiento, promoción y circulación de los productos artísticos que competen al área de las artes plásticas y visuales.

El Proyecto Pentágono consta de cinco exposiciones itinerantes de excelente calidad, encargadas a un grupo de investigadores de las artes plásticas, que se desarrollan en cuatro instancias - investigación, consolidación de las exposiciones, promoción y circulación - y que presentan el perfil del arte contemporáneo colombiano.«

Muy loables propósitos. Al final del mismo documento se pueden encontrar las Hojas de Vida de los curadores. En el caso de María Claudia Parias, encargada junto con Javier Gil, de »Espacios entretejidos« se puede entender que es una excelente comunicadora y periodista, que ha hecho una extraordinaria labor en la publicación (y rescate, mientras estuvo al mando) de la Revista Arte Internacional y que se se ha involucrado decididamente con el medio artístico nacional, lo que me obliga a no cuestionar sus dotes como persona y profesional, en su campo. No dice en este pequeño extracto, si ha realizado curadurías para otras exposiciones o eventos. Me pregunto entonces si estas cualidades serán suficientes como para que sobre sus hombros descansen labores tan delicadas como las pretendidas por el Ministerio (Igualmente y en casi los mismos términos se puede cuestionar la participación de la mayoría »curadores«). Para recalcar lo anterior y en el catálogo de Pentágono, el mismo Miguel Rojas plantea la diferencia entre crítico y curador:

»El crítico hace la labor de mediador de gustos y, por supuesto, se convierte en víctima de lo que dice, en la medida en que no interviene otro en su proceso. Por otra parte, este poder del curador se manifiesta en un 'sabor'; lo que José Roca - en su texto de curaduría crítica - denomina clima, un término utilizado también por Szeemann«.

Repito que no quiero cuestionar la calidad de personas o profesionales de los implicados, sino su trayectoria en la labor curatorial, para tan ambiciosa labor. Entonces, porque no se pensó, para este primer Pentágono en contar con el concurso de personas del medio con mayor experiencia, como Eduardo Serrano, Álvaro Medina, Carlos Jiménez, Miguel González, Alberto Sierra, Beatriz González, José Roca, para solo citar solo a algunos de los ilustres colombianos que han desarrollado una labor en ese difícil campo y viven aún en el país. Seguramente se pretenden plantear miradas diferentes y »renovadas« de las artes del país, pero igualmente novedad no es sinónimo de calidad.

Es muy grave, aunque ha creado cierta mofa, que del Proyecto Pentágono solo se haya ejecutado el 60% y esté en serias dudas el resto. Esperemos que las dos exposiciones que faltan por ser exhibidas se den. No me puedo considerar un experto en la realización de proyectos, sin embargo creo que cuando se realiza la planeación de un programa como Pentágono se debe tener muy clara la viabilidad del mismo y se debe responder hasta por el último detalle de su ejecución, más tratándose de la máxima entidad estatal en el campo de la cultura y de las artes plásticas.

Igual parece suceder con el Salón Nacional de Artistas. Cuando se realizan las críticas de este evento se cuestiona su mediocridad, su caducidad y su pertinencia. Habría que revisar si la manera en que ha sido proyectado y ejecutado y la selección de los artistas en las regiones (incluida la capital) ha estado en manos de las personas adecuadas. Vale la pena anotar y sin querer pecar de regionalista, que en la zona del suroccidente colombiano generalmente son escogidos entre 10 y 15 artistas (de los cuales surgen generalmente gran parte de los premios y las menciones de los últimos salones) mientras que de las otras regionales, específicamente de Antioquia y Bogotá, se escogen entre 40 y 100, lo que parece denotar que no hay los mismos niveles de exigencia y criterios de evaluación, y que la »democracia« funciona de manera diferente, dependiendo del lugar. Entiendo muy bien que no se trata de cuotas políticas o burocráticas y es obvio que hay mayor volumen de proponentes y participantes en las dos regionales inmediatamente citadas. Pero, ¿será tanta la diferencia en calidad? Ahora bien, si con el Salón Nacional los artistas de las regiones tienen muy poco acceso al centro ¿Qué tal sin él? ¿Será Pentágono y sus repeticiones suficiente »vitrina« para las artes de las regiones del país?

Jonas Ballenero Arponero
jonasballenero@latinmail.com
ojotravieso2@yahoo.com
http://www.geocities.com/ojotravieso2


Cosido Crudo
Por Jonas Ballenero

En »Espacios entretejidos« solo se puede destacar la participación de Pablo Van Wong, José Antonio Suárez, Astrid Campo y Wilson Díaz (aunque el trabajo documental que presenta este último está más para una selección de fotografía). En las visitas que he realizado a la exposición no he podido encontrar los trabajos, ni referencias de las obras de Oscar Muñoz y Guillermo Marín, que aparecen en la lista de artistas seleccionados, publicada en el catálogo. Hay algunos trabajos como el de los Abderhanden (trajes de una de sus obras de teatro, acompañadas por unas fotos de pequeño formato, mal montadas y de dudosa calidad), que si bien son interesantes, carecen de sentido en una exhibición museística (Vale la pena anotar que Rolf Abderhanden ha presentado trabajos más contundentes en torno al vestido, como el ganador de la pasada Bienal de Bogotá o aquel que participó en »Generación Intermedia«).

Los textos que acompañan la muestra tienen una particularidad interesante, aunque peligrosa: A diferencia de los otros textos de las diferentes exposiciones de Pentágono, carecen de referencias a los artistas participantes y sus obras, lo que por un lado permite una lectura abierta y entre líneas, pero también se puede caer en una no-especifidad que atenta con la misma lectura.

Dos preguntas me asaltan, que debo primero contextualizar con citas de los textos. En »Posmodernidad y moda« se plantea:

»La moda se encuentra totalmente ligada al espíritu moderno en lo tocante a la negación del poder tradicional, al afán de lo nuevo, la celebración del presente y la afirmación de las libertades individuales. Ya Mallarmé la consideraba la diosa de las apariencias. Su lógica es la de la inconstancia, la mutación, la seducción y lo efímero. En Baudelaire percibimos ese tono que resulta completamente sorprendente al interior del contexto del arte. El poeta francés reivindica lo transitorio, lo fugitivo y lo contingente como un hecho estético. Frente a la belleza eterna y absoluta celebra la belleza de lo fugaz, lo circunstancial y lo artificial.« (pag. 217).

»Lo que está en juego es este cambio de óptica es crucial: es un traslado radical en la concepción del arte y por tanto un cambio de preguntas, problemas y métodos para abordarlo. De un arte esencialista, situado en ciertos objetos privilegiados, nos habilita a pensar en un arte que se disemina indiscriminadamente en cualquier objeto, tiempo y lugar.« (pag. 218).

¿Para qué meter este »nuevo arte« en el tradicional y »poderoso« museo? ¿Por qué no pensar en otro tipo de »show«?

Más adelante dice:

»Pasamos de miradas centrales y únicas a un universo de micro-diferencias individuales que respetan la singularidad de cada cual, así sean poco creativas u originales. Sólo una mirada superficial a la lógica-moda puede desconocerlo.« (pag. 220)

En »Criterios curatoriales«:

1.-»La exposición no tiene un foco exacto, un problema particular que se trabaje, una toma de posición o una hipótesis a defender. Se ha concebido y diseñado como una apertura hacia los diversos puntos de encuentro entre lo artístico y la moda. [...] La misma naturaleza del problema invita a una posición más abierta, móvil y dinámica, con diversas dimensiones y espacios de intersección. Los encuentros entre arte y moda comportan distintas dimensiones, unos procedentes de los viajes del arte a la moda y el vestido, otros de los viajes de la moda hacia el arte.« (pag. 256)

A pesar de lo dicho ¿Por qué se excluye a los diseñadores colombianos, a los trajes con cierto arraigo cultural (como los vestidos del carnaval de Barraquilla) o el Prêt-à-porter (léase Lina Cantillo, Faride o Azúcar)? Parece que la mirada está propuesta en una sola vía: del arte a la moda.

Las categorías propuestas son:

A. Hilando metáforas: el vestido y sus metáforas.
B. Co-siendo cuerpo: la moda y los nuevos destinos del cuerpo.
C. Arte de fin de siglo: Poéticas de enunciación y puesta en escena.
D. La otra moda: indumentaria en nuevos imaginarios y narrativas urbanas.

Todas ellas profusamente ilustradas con ejemplos del »gran arte contemporáneo« internacional.

En los criterios se advierte:

»Deja de lado múltiples perspectivas en torno al tema, que en el caso que nos ocupa sería lamentable, pues se trata de abrir sus distintas dimensiones para apreciarlo en su complejidad y multiplicidad. Esta consideración es fundamental, teniendo en cuenta lo inédito del tema en nuestro medio.« (pag. 256)

¿Al fin qué? ¿Se considera o no »nuestro medio«? ¿Cómo se pueden plantear estas categorías y la mayor parte de las obras seleccionadas relaciones con la situación social y política de Colombia?

Son muchas más la dudas, que la extensión me impide tratar hoy. Considero que si bien se ha hecho un esfuerzo y un trabajo interesante, »Espacios entretejidos« deja mucho que desear.

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©  Texto: Ojotravieso; Columna de Arena: José Roca

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