índice no. 20
José Roca
Reflexiones críticas desde Colombia

3 de febrero de 2000
Status Quo  

Hasta mediados de febrero se presenta en la Galería Valenzuela y Klenner de Bogotá la exposición »Status Quo Co«, muestra colectiva de artistas - cada uno de una generación diferente (aunque esto es discutible en el caso de los tres más jóvenes) - en torno a una reflexión sobre el estado de las cosas en nuestro país desde la perspectiva del arte. Aunque en la invitación a los artistas no se estableció eje conductor o tema alguno, sorprende constatar que la totalidad de las obras tocan lo que aparentemente parece ser el tema nacional por excelencia: el narcotráfico.

Muchas de las obras tienen referentes precisos de esta realidad: las noticias de prensa o televisión, medios a través de los cuales se construye cotidianamente el discurso oficial sobre la situación del país. Pero como bien lo anotaba un crítico refiriéndose a los museos, lo que se oculta es tan significativo como lo que se ve, y en ocasiones deconstruye el sentido de veracidad de lo que efectivamente se muestra. Es el caso de la obra de José Alejandro Restrepo (»Iconofilia/iconoclastia«, instalación video), en la cual se alternan la persuasiva voz de la Cicciolina, popular actriz porno (y ex-senadora, no olvidemos) - que crea una expectativa voyerista respecto a la imagen - y los fragmentos de una censura violenta a la cámara de un periodista que cubría las movilizaciones campesinas de hace un par de años, en una especie de »Real T.V.« político de gran efecto perturbador. El afán de cautivar (audiencia) tiende a hacer equivalentes las convenciones de los noticieros actuales con prácticas habituales del cine porno y el reality show.

La obra de Beatriz González, »Todos murieron carbonizados« también hace referencia a un hecho reciente de violencia; con su seca presencia y precaria factura (una cenefa realizada en carboncillo sobre lienzo crudo en la cual se repite una figura yacente), tiene la contundencia de una frase lapidaria.

Juan Fernando Herrán presenta una obra de la serie »Papaver Somniferum«, que consta de tres imágenes fotográficas. Dos de ellas son bulbos de amapola en los cuales el artista ha realizado la acción de »raspado«, paso inicial para la recolección del alucinógeno, reemplazando las marcas usuales por una grafía que recuerda la decoración de una vasija precolombina. Estas imágenes gemelas de marcado esteticismo están contrastadas por una gran fotografía central que proviene de la prensa judicial, en la cual se muestran dos detenidos con la »evidencia«, un bello ramo de amapolas colocado en una mesa frente a ellos.

Una de las obras más interesantes de la muestra es la gran ampliación fotográfica de Adriana Arenas a partir de un viejo afiche familiar en el que la artista parece cuando era niña como »mascota« del Deportivo Pereira, equipo del cual su padre era directivo. Con el conocimiento que tenemos de la situación que se daría a partir de los años ochenta, este afiche - que fue sin duda un souvenir preciado - se convirtió en una especie de vergüenza, el estigma de haberse involucrado con algo que hoy en día se identifica con un gremio que lentamente ha sido permeado por el lavado de dinero. La obra de Arenas vincula hacia lo colectivo esas historias privadas, en un acto de exorcismo personal.

Wilson Díaz, en un gesto que le es característico, establece una vaga biografía de su generación a través de pinturas de precaria factura, en este caso acompañadas de un video con entrevistas a jóvenes que opinan sobre las oportunidades perdidas, las reales posibilidades de trabajo, de lo fortuito, y de una violencia mas silenciosa pero no por eso menos fuerte: las opciones de vida de toda una generación están siendo moldeadas por la falta de oportunidades que les brinda un país como Colombia.

Miguel Angel Rojas

La obra más elocuente de la exposición, a mi modo de ver, son los delicados dibujos de Miguel Angel Rojas realizados directamente sobre la pared mediante lo que de lejos parecen ser puntos de color verde. En realidad ha sido construida pacientemente mediante una especie de confetti hecho con la ayuda de una perforadora a partir de hojas de coca. El dibujo recuerda una ilustración publicitaria (el »Hombre Marlboro«) o una historieta del Far West, y pone de presente ese vicio de la historia de perpetuar los métodos:
la conquista de un territorio mediante la acción violenta encuentra otro escenario y otros actores, pero los roles son los mismos. Aludiendo a la conquista de los territorios »al oeste« a sangre y fuego - convertida por Hollywood en una saga mítica - Rojas inscribe su obra en el actual escenario político. La aceptación oficial de la ecuación guerrilla/narcotráfico es la puerta para que la intervención (ayuda) militar comience su marcha. La actual narcotización de las relaciones entre Colombia y los Estados Unidos es evidencia de que el fondo del problema no es esencialmente político: se trata de un problema de mercado.

La exposición en la Valenzuela & Klenner muestra un aspecto de la realidad colombiana que se ha mirado poco en el espejo del arte, y confirma que un sector amplio de la práctica artística colombiana de hoy ha centrado su mirada en aspectos sociales sin por ello caer en el »arte comprometido« a ultranza, ni en la peligrosa trampa de la retórica, es decir, del panfleto.

José Roca

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Presentación en internet: Universes in Universe - Gerhard Haupt & Pat Binder
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