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30 de agosto de 1999

José Roca: Introducción
a una respuesta de Andrés Hoyos

En el último número de la revista literaria El Malpensante (#17), su director Andrés Hoyos responde a los comentarios hechos en esta Columna. Transcribo a continuación la totalidad de la respuesta de Hoyos a pesar de que los editores de El Malpensante no cumplieron su palabra (el compromiso era publicar sin edición las respuestas de parte y parte, cosa que no hicieron con mi último texto).

No caeré en la tentación de extractar párrafos para proceder a responder con sarcasmo lo que mas me convenga: es demasiado fácil, y además es contrario al espíritu que anima la discusión. Hoyos entiende perfectamente cual es el fondo de esta polémica: la posibilidad de existencia de otras formas artísticas que, no por el hecho de no ser comprendidas por él o por muchos, dejan de tener una importancia para el desarrollo del arte y del discurso artístico en nuestro país.

Es pretenciosa, por decir lo menos, la insinuación que hace Hoyos en el sentido de que como resultado de sus artículos, los tres jurados internacionales del evento Johnnie Walker en las artes (uno de los cuales no había visitado antes el país) fueron influenciados en su juicio crítico. En revancha, lo que sí parece ser evidente es que mis críticas al Malpensante han tenido un efecto en el contenido editorial de la revista. De una parte, parece que ya le mermaron al despliegue del »affaire sokal«, pues la fascinación de los malpensantes con el asunto había dado ya para llenar tres números de la revista. De otra, si se leen con detenimiento los dos últimos números se pueden encontrar posiciones que apoyan todas la de Hoyos: una puya a la exposición sobre Félix González-Torres dentro de un artículo en el que se critica al Alcalde de Bogotá; la crítica de Guillermo Santos, publicada sin duda porque les caía de perlas para su discurso: es significativo que otra crítica que les llegó también por internet (esa sí en apoyo a mi posición) no haya sido publicada; la crítica favorable a la exposición (de pintura) Rusa en la Biblioteca Luis Angel Arango; la carta de Eliana Iannini, y, por supuesto, la entrevista a Ernst Gombrich, la cual se esgrime como argumento incontrovertible para afirmar que el arte contemporáneo carece de sentido y de validez. La forma como se editó este artículo es tendenciosa: se extractó una frase de la entrevista para titular el artículo (»Me produce vergüenza ser historiador del arte en el siglo XX«); el despliegue biográfico hace hincapié en la importancia del personaje y de su visión de la historia del arte »...traducido a más de veinte idiomas y del que se han vendido más de seis millones de ejemplares...« (¿more is better?). La estrategia de los malpensantes es aquella que aconseja aprender chino, pues mil millones de personas no pueden estar equivocadas. Sigamos esta lógica y amparémonos en lo que hacen en el Primer Mundo para validar nuestras posiciones: Paulo Herkenhoff, quien curó la pasada Bienal de São Paulo y fue jurado del Johnnie Walker, acaba de ser nombrado curador adjunto del Museo de Arte Moderno de Nueva York. El MoMA, institución paradigmática del arte de este siglo (allí exhiben los Gaugin y los Van Gogh, querido Hoyos), entendió desde hace tiempo que es necesario estar atentos al arte de su momento para poder seguir teniendo vigencia como institución. Ni el Centro Pompidou, ni el Centro de Arte Reina Sofía en Madrid, ni ARCO, ni la FIAC, ni todo el sistema de Kunsthallen en Alemania, ni innumerables instituciones, museos, Bienales y otros eventos artísticos que se han comprometido con el arte contemporáneo tienen la fortuna de tener un Andrés Hoyos que les abra los ojos a la realidad, para que dejen de perder su tiempo y recursos en una forma de arte que carece de fondo y de forma, y que no tendrá posibilidad alguna de trascender. Hoyos logró, por lo menos de mi parte, lo que buscaba: una respuesta a sus dardos, aún con la conciencia de que a pesar de que sus argumentos puedan resultar simpáticos e ingeniosos, resultan absurdos y provincianos cuando son leídos en un contexto más amplio, y con esto me refiero a la gran cantidad de personas que reciben esta columna en otros países. Como lo expresé en el texto que dio origen a esta discusión, lo que me motivó a responder era la constatación de que, a fuerza de insistir, posiciones como las de Hoyos y otros comentaristas culturales afines a él terminan por tener un eco más amplio en el gran público. Quienes estamos en el medio artístico colombiano tenemos la obligación de sentar una posición clara con el fin de hacer contrapeso a argumentos simplistas que, como todo populismo, calan fácilmente en un público desinformado que se siente confirmado en sus prejuicios cuando un crítico le dice que su incomprensión no se debe a su desinformación, sino a una supuesta ausencia de sentido de lo que esta viendo.

La intención al enviarles el artículo de Meier-Graefe, una crítica hecha a principios de siglo a la pintura que Hoyos tanto defiende (acomodada a una exposición de arte contemporáneo), mostró dos cosas: una, que las posiciones reaccionarias atraviesan el tiempo y son igualmente estériles independientemente del sujeto que atacan; dos, que la línea editorial de los malpensantes es aquella que publica sin editar lo que le conviene (en este caso una crítica que apoya su posición), mientras que cuando se trata de posiciones contrarias, mutila según su conveniencia.

El artículo de Hoyos confirma una vez más todos sus prejuicios frente a algo cuya comprensión (y por tanto la posibilidad de tener una experiencia estética) le escapa por completo. Como no lo entiende, lo ataca. Esta actitud ha sido una constante en la historia de las ideas. Sin embargo, toda posición retardataria termina por ser absurda con el paso del tiempo; hay que guardar los artículos de Hoyos para leerlos dentro de... ¿diez años?.
No... no creo que tengamos que esperar tanto tiempo.

José Roca

A continuación el artículo de Andrés Hoyos

Sus comentarios pueden mandar directamente al eMail: columnadearena@egroups.com

 Columna 13



©  Texto y Columna de Arena: José Roca

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