índice no. 11  -  Foro Salón


Foro sobre el Salón en la ASAB

El pasado martes 18 de mayo se realizó en la Academia Superior de Artes de Bogotá - como resultado de una iniciativa de Clarisa Ruiz, su Directora - un foro abierto en torno al tema del Salón Nacional. Participaron como panelistas personas de las diversas áreas que agrupa el medio del arte: curadores, críticos, artistas, gestores y funcionarios del Ministerio de Cultura. Dado que en el pasado he escrito textos a propósito del tema, fui invitado para poner a discusión mis opiniones frente a un auditorio conformado en su mayoría por estudiantes de la ASAB, así como de profesores y artistas. Recojo las impresiones del mismo, esperando no haber malinterpretado los argumentos de los demás panelistas. Las precisiones son bienvenidas.

José Roca


En la breve ponencia con la que inicié el debate puse de presente las diferentes líneas argumentales que he debatido en ocasiones anteriores, que se podrían resumir en lo siguiente:

1. La conveniencia de un gran evento. De mis textos anteriores se podría deducir que estoy en contra de un evento grande. Esto no es cierto; tanto el Salón Nacional como de su supuesto alter ego, la Bienal del Museo de Arte Moderno, no han pecado por grandes, sino precisamente por su falta de aspiraciones. Han sido eventos locales, sin repercusión alguna fuera de las fronteras del país, en contraste con eventos como la desaparecida Bienal de Coltejer, la cual sí cumplió con los dos propósitos que pueden esperarse de este tipo de eventos: dar un contexto a la producción nacional, y situar al país en el mapa cultural global.

2. La función de los regionales. Una de las cosas que más me interesó de las participaciones de foro promovido a través de esta columna (se puede consultar en la dirección
http://universes-in-universe.de/columna/col11/foro-salon.htm
es que hay un cierto consenso en torno a la caducidad del modelo Salón, excepto por las participaciones desde las regiones. En efecto, en los textos enviados por artistas y curadores de Cali y Santa Marta se advierte la desconfianza respecto a las intenciones de acabar con el Salón, pues los regionales siguen siendo un punto importante de referencia para el arte local.

Por mi parte, pienso que unos regionales concebidos como certámenes clasificatorios para el gran evento nacional son una hipocresía políticamente correcta, pues rara vez se »descubren« talentos nuevos y más bien sirven para justificar la escogencia de aquellos que muy probablemente hubieran sido seleccionados directamente por un grupo de curadores. Si esto no parece cierto, baste con cruzar la lista de invitados de las últimas Bienales del MAM con los escogidos por las regiones para el Nacional. Los Salones regionales son análogos a la perniciosa práctica oficial de pedir dos cotizaciones a empresas mediocres para justificar la selección de una empresa que al que escoge le parece idónea.

Los otros temas como la curaduría, las exposiciones históricas, las ediciones, y los otros espacios para el arte también fueron esbozados. Creo que la cuestión de fondo no es si se debe reemplazar o no el Salón. Si se genera una crisis porque se cierra el Salón, es porque la crisis preexistía. Esta crisis es un síntoma de la carencia estructural de compromiso del estado con el arte y en general de la precariedad del medio artístico: ausencia de formación en historia del arte, un medio museal muy pobre, un periodismo cultural casi inexistente en donde los pocos exponentes brillan por contraste, escasez de eventos artísticos de alto nivel, ausencia de un mercado del arte sano (lo digo en más de un sentido), la carencia de compromiso estatal con la promoción artística: becas, bolsas de trabajo, encargos públicos, etc.

Gustavo Zalamea, artista y gestor, organizador del evento en 1996, defendió el Salón como un espacio de alta significación, y resaltó cómo con una buena selección (que involucre una participación abierta y un grupo de invitados), aunada a una mirada curatorial seria, el Salón es capaz de constituirse en un evento que realmente genere discusión y que se convierta en una instancia de producción de sentido.

Miguel Huertas, artista y Director Curricular de la carrera de Artes Plásticas de la Universidad Nacional abordó el problema desde una pregunta esencial: ¿es el Salón el problema?. Para Huertas, el Salón es un síntoma de que algo le está pasando al arte en Colombia, y no debe ser evaluado como si fuera un fin en sí mismo. Citó a Walter Benjamin en »París, capital del Siglo XIX«, texto en el cual evidenciaba cómo cuando la noción de lo público se pierde, es claro síntoma de que la sociedad está enferma. En nuestra sociedad y en nuestro país, la noción de lo público ha perdido vigencia en beneficio de una valoración cada vez más exacerbada de lo privado. En el arte no puede ser diferente. Los salones son cada vez más espacios de exclusión: son excluyentes para la mayoría de los artistas, dados los criterios de selección y los espacios disponibles; son excluyentes para el público, que no acierta a discernir, ya no entre obra de arte buena o mala, sino entre lo que puede ser considerado obra de arte y lo que no. De esta incomprensión surge una frustración, y de ella un rechazo. Para Huertas, la salida a esta crisis debe buscarse en el campo de la pedagogía, aunque habría que esperar que en otro espacio y en otro medio elaborara más sus interesantes reflexiones.

Carlos Jiménez, curador y crítico residente en Cali, expresó su concepción del Salón como ente formador, contraponiendo a la famosa metáfora de Marta Traba (»un termómetro del arte nacional«) la imagen de un bulldozer: el Salón como un evento que arrasa, pero con la intención de dar forma a las bases de una nueva construcción, en este caso de sentido. En una aguda reflexión, Jiménez evidenció que la crisis del salón coincide con la imposibilidad de la obra contemporánea de convertirse en mercancía (por lo menos en nuestro medio), pues las instalaciones, el arte efímero, las performances, los videos y otras formas de la creación actual no tienen posibilidades de circular en un medio en donde el coleccionismo privado está ligado aún a una función decorativa - entre otras - de la obra de arte, y en donde el coleccionismo institucional es casi inexistente. Jiménez, sin embargo, considera que el Salón debe continuar, así deba ser repensado y reconfigurado.

Beatriz González, artista, historiadora y curadora del Museo Nacional habló de la relación arte-estado y de cómo la historia de casi sesenta años del Salón ha mostrado su relevancia, lo que de por sí justificaría su continuidad. Con afán evidentemente provocador frente a los representantes del Ministerio, lanzó una teoría temeraria: que la historia ha mostrado que en los gobiernos Conservadores se impide la continuidad del Salón Nacional de Artistas, empezando por el de Mariano Ospina y terminando con la actual administración Pastrana.

En realidad esta teoría no es totalmente coherente, pues durante el gobierno de Belisario Betancur se realizaron dos: el XXIX en octubre de 1985 (Beatriz González fue incluso jurado) y el XXX en julio de 1986 el cual, en palabras también de Beatriz González, fue »uno de los más importantes en la historia del evento oficial, porque se logró presentar un amplio y vital panorama del arte colombiano«. En todo caso, Beatriz González considera peligroso que se acabe con la figura del Salón, pues advierte sobre el peligro que suceda lo que en Venezuela en décadas pasadas: se acabó con el Salón, y nunca pudo volverse a recuperar este espacio. Mi opinión personal es que este hecho no es malo en sí mismo: lo importante es que los recursos del estado, casi siempre exiguos, se destinen a apoyar el desarrollo del arte joven. Si un modelo parece haber encontrado su caducidad, hay que inventar nuevas formas de realizar esta labor. Y, personalmente, prefiero que »la plata del salón se pierda« a dilapidarla en un evento que carece de significación real y de unos fines más complejos y útiles que servir de catarsis colectiva para el medio del arte.

Jaime Cerón, artista y curador, actual Director de Artes del Distrito, mostró de qué manera el salón es un marco, de la misma manera que para la obra de arte tradicional el marco servía para definir los límites donde empezaba y terminaba lo que podía considerarse como Arte. En este sentido, el Salón cumple con un papel tautológico, pues tiene como único propósito que el público reconozca a los artistas, y que los mismos se reconozcan en el Salón en virtud de su inclusión en él. Para Cerón, el Salón es en realidad la obra colectiva que se muestra hoy en día.

Antonio Caro, artista, habló de la ausencia de herramientas de presión del medio artístico. Su intervención me recordó que en el Salón de 1996, al cual yo había sido invitado como jurado, se desconocieron las reglas establecidas en la convocatoria y se decidió invitar a último momento a un grupo heterogéneo de artistas. Mi protesta consistió en renunciar, gesto que realicé por los artistas que se habían sometido a los rigores de la selección, con la ingenua esperanza de que los artistas tomaran posición con el fin de hacer respetar las reglas de juego preestablecidas por la entonces Colcultura. Para mi sorpresa, el acto pasó totalmente desapercibido, de no ser precisamente por la renuncia de Caro.

Esta experiencia me aclaró dos cosas: de una parte, que la naturaleza individual del trabajo artístico hace improbable una organización colectiva de los artistas para constituirse en grupo de presión (baste recordar que el gravamen de la obra de arte con el IVA en la ley 488 de 1998 pasó sin la menor resistencia por parte del medio del arte, artistas y galeristas por igual). De otra, que yo había subestimado la importancia del Salón para los artistas: así se les irrespetara, no estaban dispuestos a renunciar a la tal vez única oportunidad de exponer en un evento colectivo de cierta envergadura.

La propuesta actual del Ministerio de acabar con la figura del Salón tal y como lo conocemos tal vez permita confrontar las dos características antes mencionadas: ¿logrará aunar los artistas para defenderlo?. Caro habló de la Pertenencia del Salón, y de la Pertinencia del mismo; ¿quien se siente involucrado, fuera de los artistas y quienes gravitan en torno a la actividad artística? ¿qué relevancia social tiene el Salón fuera de este círculo?

Andrés Gaitán y Miguel Rojas, responsables de las artes visuales del Ministerio de Cultura, relataron el proceso que los ha llevado a plantear foros como el objeto de esta columna, y manifestaron que habrán de realizarse eventos similares en otras regiones del país con el fin de recoger las opiniones de un segmento amplio de los directamente involucrados.

Las alternativas oficiales al Salón no fueron expuestas: faltó una posición más explícita, que tal vez hubiera propiciado una participación más activa del público y en general una discusión más emotiva que la que finalmente se dio.

Si desean participar en el Foro Salón (véase Columna 11) pueden enviar sus comentarios directamente al eMail:
columnadearena@egroups.com

 Columna 11 - foro



©  Texto: Carlos Jiménez, Columna de Arena: José Roca

Presentación en internet: Universes in Universe - Gerhard Haupt & Pat Binder
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