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Sexta Bienal de La Habana
Tema: El Individuo y su Memoria

»DESCOBRÍ QUE MINHA ARMA É 0 QUE A MEMÓRIA GUARDA...«
MILTON NASCIMENTO

En los albores del siglo XXI, resulta evidente que los modelos económicos y sociales ensayados en los últimos tiempos, no han podido detener el resquejabramiento de las nociones de progreso, civilización, bienestar, sociedad y cultura. Proceso éste que se ha agudizado particularmente en los países del Tercer Mundo y en los enclaves tercermundistas de varios países industrializados, y que ha revelado, cada vez más dramáticamente, la incapacidad actual para dar respuesta a las crecientes necesidades, materiales y espirituales, del hombre y la colectividad.

La conducción de los destinos nacionales ha pasado a manos de quienes rigen las economías, dejando estrecho margen de operatividad a las estructuras políticas tradicionales. O lo que es igual, se ha producido un proceso de reduccionismo del espacio estratégico tradicional de la política. Incluso en años recientes, la transnacionalización económica ha venido sustituyendo no sólo el papel de los gobiernos locales sino hasta de las organizaciones mundiales y regionales.

Como respuesta a esta situación manifiesta, tanto en los países altamente industrializados como en los llamados en vías de desarrollo -pues la crisis abarca a todas las sociedades-, ha comenzado a manifestarse un exacerbado individualismo y una noción del presente como el único espacio físico espiritual que el hombre puede imaginar y concretar. Su expresión drástica es el llamado triunfo del individuo sobre la sociedad y una manipulada ruptura de todo nexo orgánico con el pasado conformador de los tiempos actuales.

Para muchos, uno de los graves problemas del hombre en esta última mitad de siglo es la pérdida, inducida o no, de la memoria como referente para su accionar en la sociedad y tentar los cambios necesarios para su mejoramiento. Esto llega a puntos extremos al promoverse una suerte de amnesia, como forma de eludir la gravedad de ciertos problemas actuales que tienen su explicación en un análisis y reflexión del pasado. Las tradicionales interrogantes: ¿de dónde provenimos?, ¿qué somos?, ¿qué nos depara el futuro?, parecen haber perdido toda contemporaneidad y validez en un mundo alienado por la noción vaga de futuro y el conflicto irrenunciable de vivir lo mejor posible el presente. Entre un presente abrumador, de violencia, drogadicción, discriminación, intolerancia y un futuro cargado de carencias e incertidumbres, transita el hombre contemporáneo.

La memoria, sitio donde el hombre ha encontrado tradicionalmente las raíces de su propia identidad, se encuentra amenazada en la actualidad, por la homogeneización de una imagen que es diseñada y proyectada por las transnacionales de la información y la comunicación, que pretenden universalizar paradigmas creados en los centros del poder. Los más sofisticados recursos de la tecnología contemporánea, una de cuyas mas recientes creaciones es Internet, estan al servicio de la llamada »internacionalización«, muy lejos del alcance del Tercer Mundo que no está en capacidad de alimentar con su propia información esos medios.

La memoria, en este contexto, continúa siendo el sitio donde el hombre funda su propia identidad, escamoteada hoy en el torbellino de una crisis que amplía cada vez más sus círculos de acción. No es lugar de refugio o albergue para la utopía tantas veces diferida, sino el lugar donde el hombre edifica su dignidad y su sentido; ya sea yendo hacia un pasado personal redente, aún en proceso de modelación, o hurgando en el laberinto de la propia historia familiar, grupal o social, de su propia cultura, a la que se siente atado como miembro de una comunidad espiritual.

El arte, como expresión de la condición humana, no ha cedido ante las presiones y la hostilidad de las estructuras económicas y políticas que intentan cerrar aún más el espacio de acción y libertad, por las que el hombre, como ente social e individual, ha luchado históricarnente. En la actualidad, resulta alentador observar signos de una búsqueda creadora legítima, que intenta colocar al hombre en el centro de los problemas del mundo y reclamar para sí la máxima atención universal, como única vía para salvar realmente la naturaleza, los ecosistemas, nuestras ciudades, nuestros barrios. Es el mornento de reflexión íntima y colectiva sobre nuestra existencia y sobre nuestro destino. Y el arte ha evidenciado en múltiples ocasiones esa capacidad reflexiva, sin escatimar instrumentos, técnicas, lenguajes.

Considerando que la destrucción del pasado o lo que se ha dado en llamar la pérdida de la memoria histórica es una de las mayores características de estos finales del Siglo y que por otra parte, la desenfrenada carrera hacia la globalización amenaza con disolver nuestra vocación hacia las diferencias, el Centro Wifredo Lam ha querido promover en esta Bienal una reflexión sobre la relación del individuo y su memoria, como forma de defensa de su identidad.

La Sexta Bienal de la Habana, en sus diferentes exposiciones, acogerá a artistas que han colocado al hombre en el centro de sus preocupaciones y que apelan a los registros de su memoria como forma de impedir la destrucción de su identidad social y humana. Algunos que retratan el proceso de pérdida de identidad, observadores o testigos de esta destrucción, que sufren ese proceso y lo que hacen es reflejarlo. Otros que enfrentados a esa lucha, se defienden mirando hacia sus raíces, rescatando su historia, recogiendo la memoria histórica que en el Tercer Mundo es la memoria de conflictos irresueltos, un pasado que continúa formando parte del presente. Y quienes apelan a su individualidad, a la comunicación a través de los sentimientos humanos para no perder su identidad, para no convertirse en una cifra, o en parte de las estadísticas.

(Texto publicado por el Centro Wifredo Lam)

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